La Paz Interior

 

Resumen de “La paz interior”

 

-       ¿Cómo comunicar la paz a otros si carezco de ella? ¿Cómo habrá paz en las familias, en la sociedad y entre las personas si, en primer lugar, no hay paz en los corazones?

-       Todo cristiano debe estar firmemente convencido de que, en ningún caso, su vida espiritual puede ser el desarrollo tranquilo de una vida insignificante, sin historia, sino que debe ser el terreno de una lucha constante, y a veces dolorosa, que solo dará fin con la muerte. “Sin guerra no hay paz” Santa Catalina de Siena. Sin combate no hay victoria.

-       Las razones por las que perdemos la paz son siempre malas razones.

-       Si queremos llevar al límite nuestra fe cristiana, hemos de estar convencidos de que, tanto en el ámbito de nuestra historia personal como en el de la historia del mundo, Dios es lo bastante bueno y poderoso, como para utilizar a favor nuestro todo el mal, cualquiera que sea, y todo el sufrimiento, por absurdo e inútil que parezca.

-       Para resistir los incesantes asaltos del mal y a los pensamientos de desaliento y desconfianza, nuestra oración ha de ser incesante e incansable. En numerosas ocasiones he acudido a hacer la hora cotidiana de adoración al Santísimo Sacramento en un estado de preocupación y desánimo y, sin que haya ocurrido nada de particular, sin decir ni sentir alguna cosa especial, he salido con el corazón apaciguado.

-       Es conveniente hacer un comentario a propósito del abandono. Para que sea auténtico y engendre la paz, es preciso que sea pleno, que pongamos todo, sin excepción, en las manos de Dios, no tratando de organizar, de “salvarnos” por nosotros mismos en ningún terreno, ya sea el material, afectivo o espiritual.

-       El problema de fondo es que estamos demasiado apegados a nuestras opiniones sobre lo que es bueno y lo que no lo es, y no confiamos suficientemente en la Sabiduría y el poder de Dios.

-       ¡Cuánta inquietud ,exagerada en ocasiones, reina en la familias cuando un miembro sufre una prueba en su salud, está en paro, vive un momento de depresión, etc.! El Señor nos invita también en estos casos a no perder la paz interior. “¿Puede acaso una mujer olvidarse del hijo que amamanta, no compadecerse del fruto de sus entrañas? ¡Aunque ellas se olvidaran, yo no te olvidaría!” Is 49,15

-       Cuanto mas avanzamos en la vida cristiana, más crece nuestra compasión.

-       Tenemos un modo de implicarnos en el dolor ajeno que no siempre es el adecuado, que a veces procede más del amor propio que de un amor verdadero al prójimo. 

-       Es normal que nos sintamos profundamente afectados por el sufrimiento de un ser querido, pero si por este motivo nos atormentamos hasta el punto de perder la paz, significará que nuestro amor por esa persona no es plenamente espiritual, no es todavía un amor según Dios. Aún es un amor demasiado humano y sin duda egoísta, insuficientemente basado en una inquebrantable confianza en Dios.

-       Para que la compasión sea verdaderamente una virtud cristiana debe proceder del amor (que consiste en desear el bien de la persona a la luz de Dios y de acuerdo a los planes divinos) y no del temor (miedo al dolor, miedo a perder algo).

-       La prueba de que estamos en la verdad, que deseamos según el Espíritu Santo, no es sólo que la cosa ansiada sea buena, sino también que conservemos la paz. Un deseo que hace perder la paz, incluso si la cosa deseada es excelente en sí, no es de Dios.

-       ¡Cuantas personas pierden la paz al pretender cambiar a toda costa a quienes les rodean! 

-       En ocasiones creo que mi prisa está motivada por el amor, pero Dios ama infinitamente más que Yo.

-       Puede ocurrir que el Señor no nos responda. Eso es completamente normal.

-       “Cuando no se sabe qué es lo mejor, hay que reflexionar, estudiar y pedir consejo, porque no tenemos derecho a actuar en medio de la incertidumbre. En la incertidumbre (si continúa) hay que decir: Haga lo que haga, estará bien, puesto que intento hacer el bien.

-       El perfeccionismo muy poco tiene que ver con la santidad.

-       No tengamos, tampoco, una falsa idea de lo que Dios exige de nosotros. Dios es un Padre bueno y compasivo que conoce las enfermedades de sus hijos y la limitación de nuestros juicios.

-       No es más perfecto el que se comporta de modo irreprochable, sino el que ama más.

-       El alma se reeduca frecuentemente por medio del cuerpo.

-       La verdadera libertad consiste en no apegarse a nada.

-       Dios es el Dios de la Paz. Todos los pensamientos que nos causan inquietud y agitación del alma no son en absoluto de Dios, que es el Príncipe de la Paz.

-       La paz nace de la humildad.

-       Arrancad de vuestra imaginación lo que pueda angustiaros y decid con frecuencia a Nuestro Señor: ¡Oh Dios! Vos sois mi Dios y yo confiaré en Vos, me ayudaréis y seréis mi refugio, y no temeré nada, pues no sólo estáis conmigo, sino que estáis en mí y yo en vos. Sed pues un niño. San Francisco de Sales.

-       La paz es la sencillez del espíritu, la serenidad de la conciencia, la tranquilidad del alma y el lazo del amor. Padre Pío.

 

 

Citas tomadas del libro "La Paz Interior" del P. Jacques Phillipe

 

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"Fecundidad apostólica"

Mucho tiene que decirnos el Espíritu Santo sobre la fecundidad, pues hasta la llegada de Pentecostés los apóstoles parecían más bien personas timoratas sin apenas convicciones. Conocían a Jesús, pero no habían tenido la experiencia de su amor. Más allá del antes y después del cambio radical que se produce en la vida de los apóstoles, quería compartirles una reflexión sobre la estrecha relación entre comunión y fecundidad. Dios es una comunión de personas, una comunión  "divina" de amor, que se hace fecunda a través del Espíritu Santo, es decir del amor de Dios padre y Dios hijo. De forma análoga, también tendríamos que pensar en modo "divino" en nuestra vida y apostolado. ¿Lo hacemos? ¿Creemos que la fecundidad apostólica tiene su origen en la comunión? o más bien pensamos que estos es cosa de estrategias y metodologías. Sin obviar lo segundo, más humano pero necesario, sin duda, la comunión (Eucaristía) y la comunión en el apostolado son condiciones necesarias y suficientes para ser fecundos en nuestra vida apostólica. El amor siempre necesita compartirse y repartirse con alguien al lado. Necesitamos a Dios y necesitamos al hermano para ser fecundos. Adjunto un fragmento de una intervención del  P. Juan de Dios Larrú, en el contexto de la Pastoral Familiar: 

 

(en el contexto de la postmodernidad) "Esta crisis nos invita a pensar en el misterio de la fecundidad. La lógica de la sobreabundancia, ¿Cómo ser fecundo? Ser fecundo no es ser productivo, no es ser eficaz. Uno solamente puede ser fecundo a través de otro. El misterio de la fecundidad está unido al misterio de la comunión. El solitario, el individuo, el que se autogenera, es infecundo. El misterio de la fecundidad está unido al sol y al agua. La tierra es fecunda si recibe agua y sol"

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En este valle de lágrimas

Cuantos de nosotros nos hemos escuchado a amigos o familiares nuestros contándonos sus penas. Cuantos no las hemos sufrido nosotros mismos. Cuanto no hemos visto en televisión…
Hay mucho sufrimiento. Hay mucho dolor. Hay mucha tristeza y soledad.
¿Se puede ser feliz aquí?
A veces puede parecer que no, pero creo firmemente que si. Nuestra felicidad está fundamentada sobre la piedra de la esperanza, una esperanza en Cristo Resucitado. 
Decir esto es muy sencillo… y ¿vivirlo? 
Necesitamos mas “cariñoterapia”. Necesitamos mas abrazos, mas besos, mas consuelo, más misericordia. Como decía el Papa, ¡Una caricia puede curar tantas enfermedades!
Nadie dijo que fuera fácil. La vida en la tierra podría decirse que es “un valle de lágrimas” como rezamos en la salve a la Virgen. 
Si sufres, te recomiendo que acudas a la Virgen, nuestra madre que nunca te va a soltar.
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Carta a la Juventud

La juventud no es un periodo de la vida; es un estado del espíritu, un efecto de la voluntad, una cualidad de la imaginación, una intimidad emotiva, una victoria del valor sobre la timidez, del gusto por la aventura sobre el amor a la comodidad.

 

No se vuelve uno viejo por haber vivido un cierto numero de años; se envejece cuando se ha desertar de un ideal. Los años arrugan la piel; renunciar a una ilusión, arruga el alma. Las preocupaciones, las dudas, los temores y las desesperanzas son los enemigos que lentamente nos hacen inclinar hacia la tierra y convertimos en polvo antes de la muerte.

 

Joven es aquel que se sorprende y se maravilla ,que se pregunta como el niño insaciable "¿y ... después?" Es joven quien desafía los acontecimientos y encuentra alegra a en el juego de la vida. 

 

Eres tan joven como tu fe y tan viejo como tu duda; tan joven como la confianza en ti mismo; tan joven como tu esperanza; tan viejo como tu abatimiento.

 

Permanecerás joven mientras permanezcas receptivo a cuanto es bello, bueno y grande. Receptivo a los mensajes de la naturaleza, del hombre y del Infinito.

 

Si un día tu corazón fuese mordido por el pesimismo, y roído por el cinismo, que Dios quiera tener piedad de tu alma de viejo.

 

 

Gral. Douglas Mc. Arthur

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El Niño Jesús de Praga

Creo que pocos conocen la historia del Niño Jesús de Praga, de hecho, yo lo conocí por casualidad en mi primera visita a Praga estas navidades con motivo de la preparación de la JMJ. Íbamos en coche desde Munich cuando leímos su historia, que se remonta a un Monasterio Carmelita de España. Nada más leerla, decidimos que nuestra primera visita sería la Iglesia de Santa María de la Victoría y San Antonio, donde se venera su talla milagrosa. 

 

No creo en las casualidades, pero casi me da un telele cuando leyendo la historia supimos que el monasterio estaba situado entre Córdoba y Sevilla... Ahhhhh!! ...con el programa del R.C. el grupo más numeroso es de Sevilla y Córdoba ¿Casualidad?... Este niño... Fray José, Carmelita español  que vivía en el monasterio junto a cuatro monjes supervivientes al ataque musulmán, fue el instrumento elegido por el mismísimo Niño Jesús para tallar esta milagrosa imagen que salió de nuestra querida y bendecida España con destino Praga. 

 

Bueno..., les dejo un link y un vídeo con la historia del milagroso y venerado Niño Jesús de Praga. Dios mediante tendremos la Misa de envío del grupo de 330 peregrinos que vamos a la JMJ el próximo 20 de julio con el Regnum Christi y cuyos participantes, que casualidad, son en gran medida de Sevilla y Córdoba. Gloria al Niño Dios!!!

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¡AY DE MI SI NO EVANGELIZARE…!

¡AY DE MI SI NO EVANGELIZARE…!

 

Hoy se lanza por fin el plan pastoral de la Iglesia en España para los próximos cuatro años, con el título “Iglesia en misión al servicio de nuestro pueblo”.

 

Esta iniciativa surge como respuesta a la actual situación en España, en la que cada vez, la religión tiene menos valor y el número de católicos no practicantes se multiplica. Ha llegado el momento de una nueva evangelización y la Iglesia nos pide que colaboremos para poder, entre todos, llegar a cada rincón del país.

 

Si por algo se caracteriza la Iglesia en España, es por los grandes santos que han salido de ella, así como sus grandes evangelizadores: desde San Francisco Javier, que prendió Oriente con su predicación, hasta la evangelización de América de manos de numerosos misioneros, muchos de los cuales, también partieron de nuestro país.

 

Lo que está claro, es que la sangre misionera y evangelizadora corre por nuestras venas, y ha llegado el momento de salir a la calle y predicar, a una sociedad en decadencia, que hay algo más, que su vida tiene un sentido más allá de los quehaceres de cada día y que, por encima de todo, hay un Dios que les quiere y que sólo espera a que libremente optemos por Él.

 

Es nuestra responsabilidad, como católicos que hemos tenido la suerte de conocer a Dios, que todos los que nos rodean, puedan llegar a experimentar la paz y felicidad que dan el estar con Él. Nos corresponde a nosotros transmitir la alegría del Evangelio.

 

Desde que Jesús puso su Iglesia en manos de los apóstoles, quiso contar con nosotros para llevar a cabo su plan de Evangelización, y hoy, nuestra Iglesia nos pide que sigamos trabajando por el Reino de Dios. Pidamos por los frutos de esta iniciativa y colaboremos activamente dónde creamos que más podemos ayudar, porque: “Lo que gratis recibisteis, dadlo gratis.” Mt 10,8.

 

Link de la página del plan pastoral: http://www.conferenciaepiscopal.es/la-cee-presenta-el-plan-pastoral-2016-2020-iglesia-en-mision-al-servicio-de-nuestro-pueblo/

 

 

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El Amor verdadero es libre 

El Amor sólo es verdadero cuando es libre.

La libertad interior significa actuar sin condicionamientos y desde el corazón. Los condicionamientos nos roban un poco de nuestra vida, porque no nos permiten ser nosotros mismos.

Amar con libertad significa que el corazón no depende de la respuesta que da el otro, significa que la intensidad del cariño no depende de las últimas sensaciones, significa que se busca el bien del otro por sí mismo sin esperar –de corazón– nada a cambio. Cuanto más pura es esta libertad, la respuesta del otro es más luminosa y auténtica, la intensidad del cariño es mayor, el tiempo pasado juntos es más gozoso, el bien que se busca en el otro no tarda en ser correspondido.

La relación que surge de un amor verdaderamente libre es una relación que nace sana y exenta de muchos peligros. Es como un buen fruto plantado en una buena tierra. Lo más bonito de todo es que esta relación, cuando se desarrolla y se convierte en familia, es capaz de dar a los hijos un amor libre también, no condicionado, que no espera respuestas, que no se apega a su futuro o a la correspondencia que ellos den. Y este amor libre a los hijos produce naturalmente en ellos el desarrollo de una gran capacidad de amar, porque crecen libres de apegos y condiciones interiores.

Deseo que en estas fiestas de Navidad, la Sagrada Familia rompa las cadenas de nuestros apegos en el amor, nos regale una libertad verdadera del corazón, y una a nuestras familias con los lazos del amor auténtico y puro.

 

Escrito por Pedro de la Herrán https://www.facebook.com/pedro.delaherran?fref=ts

 

¡¡Muchas gracias!!

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Dios te Ama

A muchos de nosotros se nos ha inculcado de pequeños que, para ser gratos a Dios, hay que emplear tiempo y energía, portarse bien, hacer algún sacrificio, evitar el pecado para tranquilidad de la conciencia y para no ser castigados. Sin darnos cuenta hemos centrado en nosotros mismos nuestra relación con Dios y nos hemos hecho protagonistas de ella. El amor de Dios consistía en hacer cosas por Dios.


Sin embargo, en la Palabra de Dios encontramos una perspectiva muy distinta. "El amor de Dios no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que ha sido él, el que nos ha amado primero". Esto da un vuelco a nuestra manera de entender las cosas. Es él, el que inicia la relación; es Él, el que se preocupa, el que nos busca, el que nos requiere... ¿te parece raro o inaudito?


Para eso están estas palabras. Vamos a tratar de experimentar esta gran verdad. No se trata de agregar ideas nuevas a nuestro cerebro sino de vivirlas y experimentarlas. Dios se ha adelantado y te amado gratuitamente antes de que tú pudieras hacer algo por él. Te ama tal cual eres, tal como estás en este momento, aunque te sientas indiferente o enemigo. Siempre te buscará. No puedes excusarte diciendo que eres indigno. Él te busca en tu pobreza, en tu necesidad, en tu frialdad, en tu pecado. Déjale penetrar y sentirás cómo esta gracia de Dios te da vida, te renueva y rejuvenece y te hace entrar en un mundo de novedad y alegría.


El Amor que Dios nos tiene, va más allá de legalismos, de normas, de "cumplí o no cumplí". Debemos dejarnos amar por Él, estemos en el estado que estemos. 


¡¡DEJALE AMARTE!!


RCCE


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Jesús está vivo 

Hace apenas dos semanas tuve el placer de leerme uno de los libros que más me han impactado últimamente. Me lo recomendaron en varias ocasiones, y no me decidí a leerlo, hasta que la persona que lo recomendaba (Jorge Barco) me puso un ejemplar en la mano. Sin tener otra alternativa, me dispuse a empezarlo.

 

El libro en cuestión es "Jesús está vivo", del Padre Emiliano Tardif. Este sacerdote canadiense está en pleno proceso de canonización, siendo uno de los referentes históricos de la Renovación Carismática.  Narra brevemente la historia de su vida, especialmente desde que tuvo lugar un acontecimiento que dio un vuelco radical a su vocación misionera. Llevando a cabo su ministerio, en República Dominicana, enfermó gravemente de tuberculosis. Fue trasladado a su país, donde el pronóstico empeoró. Sin embargo, un grupo de personas de la Renovación Carismática fue a visitarle, llevando a cabo una oración de sanación. En ese instante, empezó a sentir un calor muy intenso en su cuerpo, desapareciendo todo rastro de enfermedad.

 

A partir de ese momento, su ministerio cambió drásticamente, ya que empezó a predicar por todo el mundo el poder sanador del Dios. Lo más impactante de su testimonio, es que mientras predicaba las maravillas de la acción de Dios, incontables milagros sucedieron: los ciegos volvían a ver, los sordos a oír, y los cojos volvían a andar. En definitiva, se hacía presente el Evangelio allá por donde iba.

Como era de esperar, las misas y los retiros predicados por el Padre Tardif, se hicieron más y más masivos, llegándose a llenar estadios de 25000 personas, confiadas en el poder del Señor.

La mejor manera de visualizar, comprender y aplicar en nuestra propia vida la historia del padre Tardif es leyendo el libro, que os recomiendo encarecidamente. Sin embargo, me atrevo a hacer una reflexión: no le pongamos barreras a Dios. Todos nosotros sabemos que el Evangelio no es sólo una historia que rememora algo sucedido en el pasado, es mucho más. Sabemos que se hace presente en nuestras vidas todos los días. Pese a ello, no somos conscientes de lo que realmente esto implica. Porque, como dice el Padre Tardif,

 

“¿Qué de extraño tiene que nuestro Dios haga maravillas si Él es un Dios maravilloso?”

Otra cita de las que te rompen los esquemas…


“Algunos se admiran de que el Señor responda tan pronto a las oraciones. Yo les digo que lo asombroso sería que él, siendo tan bueno, no respondiera” :


Antes que me llamen, yo responderé; aún estarán hablando, y yo les escucharé. Is 65,25.


Pidan y se les dará, busquen y hallarán, llamen y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe, y el que busca, halla, y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre hay entre ustedes que, si su hijo le pide pan, le de una piedra, o, si pide pescado, en vez de pescado le da una culebra, o, si pide un huevo, le da un escorpión? Si pues, ustedes, siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará al Espíritu Santo a los que se lo pidan!: Lc 11,9-13.


Para terminar, una pequeña muestra del ministerio del Padre Tardif…

 

https://www.youtube.com/watch?v=CNXIXTFHBmw

 

¡No pongamos límites al amor de Dios!

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Existe el Amor, lo demás no es real


 

El universo grita, queriendo llamar nuestra atención, y mientras, como si estuviésemos sordos y ciegos, caminamos cabizbajos obcecados en conocerlo todo, en buscar la causa última de nuestra existencia, el porqué y el inicio de todo cuanto conocemos. Así, cada día, caminamos ignorantes, sin ver ni oír la melodía del mundo que con cada amanecer nos ofrece un abanico de colores y matices sorprendentes.

 

Pero si todo lo supiésemos, si todo lo comprendiésemos, si para todo tuviésemos un porqué, si a todo le encontrásemos una explicación... las cosas dejarían de ser como las conocemos y seguramente perderíamos ilusión en el vivir. La vida perdería su misterio y su carácter constructivo, sí, dejaríamos de crecer y desaparecerían los obstáculos a vencer, pues para todo tendríamos respuesta, una ecuación que resolviese el problema cuando la verdad es que los problemas que no podemos resolver son los que más nos engrandecen.

 

Vivimos la vida con la mirada fijada en un horizonte que no termina, y si la redujésemos a una mera ecuación, este horizonte quedaría truncado y chocaríamos así contra un panorama finito y unos sueños limitados. Y aun así, el hombre, en su gran ego y orgullo, busca controlar todo, busca comprender a Dios, viviendo en un constante planteamiento del porqué, y al hacerlo, entorpece Su Obra.

 

El universo grita, queriendo llamar nuestra atención, con su belleza, su grandeza, porque no se resiste al Amor de Dios, porque no pone barreras a Su Mano laboriosa. Y lo cierto es que si nosotros nos dejásemos moldear, seríamos testimonios vivos de los más grandes milagros. Hay corazones que ya lo son y que con su entrega al prójimo, con la belleza de su sonrisa, con su mirada, con su alegría o con su mera presencia y actuar permiten un cara a cara con Dios.


Y al final, al estar tan sumidos en la búsqueda de respuestas y en vivir activamente la vida, hemos perdido la capacidad de amar coherentemente, de armonizar lo que sentimos, lo que queremos y lo que creemos que el mundo espera que queramos. Y esta incoherencia entorpece y limita nuestra capacidad de amar.


Lo cierto es que nada importa realmente, nada tiene verdadera importancia en esta vida más que conservar la capacidad de amar, porque al final de la vida nos examinarán del amor y, cuando ya no haya vida, solo permanecerá el amor. Amar en lo grande, sí, y ante todo en lo más pequeño, en lo más escondido, en lo que nadie ve. Porque somos realmente grandes en la medida en que nos hacemos pequeños. Pequeños como niños, que aman y se entregan sin reservas, a los que nada les resulta indiferente, a los que todo conmueve y los que de todo se sorprenden. Si nos hiciésemos verdaderamente pequeños y confiásemos en las infinitas posibilidades que nos reserva el amor de Dios, viviríamos más felices que cuando buscamos sin cesar salvar al mundo por nuestras propias fuerzas y mentes, sin tener en cuenta que lo que llena al corazón es la entrega en el amor.

 

Citando al Papa Francisco, creo que el verdadero comienzo del camino hacia la felicidad es tener la firme resolución de perseverar en el amor fortaleciendo el corazón. Cuando digo fortaleciendo no me refiero a crear una fortaleza en torno al corazón, forjar un caparazón que haga nuestro corazón duro e inquebrantable, inmutable y resistente a todo, sino un corazón grande con una inmensurable capacidad de amar, un corazón que no ponga trabas al Amor que Dios busca poner en él. Porque tener un corazón misericordioso no significa tener un corazón débil. Quien desea ser misericordioso necesita un corazón fuerte, firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios. Un corazón que se deje impregnar por el Espíritu y guiar por los caminos del amor que nos llevan a los hermanos y hermanas. En definitiva, un corazón pobre, que conoce sus propias pobrezas y lo da todo por el otro.


El universo grita, queriendo llamar nuestra atención, y, con suerte, si huimos de la indiferencia y tenemos un corazón abierto al amor sabremos oír Su voz.



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