1. El pesimismo entristece
Quien juzga que todo está perdido y no ve sino calamidades en
el porvenir, por fuerza ha de estar dominado por un sentimiento
continuo de tristeza. Ahora bien: con tristeza habitual es moralmente
imposible llevar a cabo ninguna obra de apostolado, que
requiere actividad, entusiasmo, satisfacción interior por lo que se
hace y los frutos que se esperan.
2. El pesimismo enerva
Si las empresas son imposibles, o muy difíciles de llevar a cabo,
lo razonable es abandonarlas; nadie quiere molestarse inútilmente
o con una gran probabilidad de no lograr un éxito feliz.
3. El pesimismo es desconfiado
No confía en Dios, con cuya gracia todo se puede; no confía en sí,
en el poder de una voluntad firme y enérgica,
que es capaz de grandes cosas en bien y en mal,
como lo experimentamos todos los días.
No confía en los hombres, a quienes hace peores de lo que
son. No confía en el pueblo, cuyas virtudes latentes quedan a sus
ojos oscurecidas por hechos que no sabe interpretar justamente.
4. El pesimismo acobarda
Es causa; pero efecto también de la cobardía. Quien es medroso
no se atreve a acometer las empresas. Y si es valiente, por lo menos,
el pesimismo le resta valor, porque así como la esperanza de
la victoria aumenta el coraje, así el temor de la derrota reprime el
arrojo.
5. El pesimismo es anticristiano
No se hallará en el Evangelio ni una sola frase que tienda a hacer
a los hombres pusilánimes. Ningún santo fue pesimista.
6. El pesimismo es inhumano
Es un gran desconocedor de los hombres. El dicho: «Piensa mal
y acertarás» es falso y degradante de la naturaleza humana. En el
fondo del corazón hay menos perversidad de lo que nos figuramos.
Los hombres, más que malvados, son inconscientes, ligeros, vanidosos,
infelices o seducidos. Aparecen como tigres feroces, y son
borregos arrastrados por un cabecilla.
7. El pesimismo es irracional
Si en todos los órdenes de la vida dominase el pesimismo, se
habría acabado la santidad, la prosperidad de los pueblos, el trabajo,
las grandes empresas de la industria, todo.
Un sentimiento y una idea que conducen a esos efectos por fuerza tienen que ser
contra razón y verdad.
La consideración del estado del mundo, ciertamente nada halagüeño,
no es motivo para fundar en él un pesimismo desalentador.
¿Acaso cuando vino Cristo a la tierra era el mundo mejor que ahora?
* Tomado del libro Formacion de Selectos del Padre Angel Ayala
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misionero (viernes, 14 diciembre 2012 15:17)
El pesimismo es consecuiencia de nuestra falta de fe. Quien se ha encontrado con Cristo vivo, no puede ser pesimista...¿Te has encontrado ya con Él?
Jorge (sábado, 22 diciembre 2012 13:57)
El pesimismo está directamente relacionado con la fe. Quien tiene fe no puede ser pesimista, pues todo tiene sentido, incluso las pruebas más duras de la vida...